Conocer de épocas antiguas y apreciar el arte y la música permite descubrir y entender el sentido de muchas cosas que parecen invisibles. Ese es el caso de la época barroca, un época cargada de historias, misticismo y a la vez rica en composiciones y creaciones musicales.
El término loa se empleó ya en la Edad Media –aunque en contadas ocasiones– con el sentido de ‘alabanza’. (Pág. 100)
El término loa se empleó ya en la Edad Media –aunque en contadas ocasiones– con el sentido de ‘alabanza’. (Pág. 100)
Aun con todo no hay uniformidad absoluta, pues a partir de la segunda mitad del siglo XVII, y sobre todo ya en el XVIII, volvemos a encontrarnos con el uso de la voz “introducción.” Por ejemplo Antonio de Solís escribe en 1658 una Introducción y loa de la comedia de los Triunfos de Amor y Fortuna4. Del mismo autor, en el tomo de Varias poesías, es la Introducción de una fiesta que hicieron unas seglares en un convento de monjas (fols. 164-67). (pág. 101)
A esta variedad terminológica correspondió, en un principio, pareja variedad formal; esto es, a lo largo del siglo XVI hubo cierta alternancia entre el uso de la prosa (Lope de Rueda, diez argumentos del Códice de autos viejos) y el verso, pero muy pronto éste se convirtió en el vehículo expresivo por excelencia. (pág. 102)
La fiesta teatral barroca, ya sea en corral, en la calle, en casas particulares o en palacio, solía iniciarse con un tono cantado que lo interpretaban varios músicos, acompañados de guitarras, vihuelas, arpa, etc. Luego llegaban la loa y la obra larga (comedia o auto), que estaba entrecortada (no el auto) por diversas piezas breves: entremeses, bailes, mojigangas... (pág. 103)
En similares términos se expresa el fraile mercedario cuando detalla los pormenores de los dos autos restantes, Los hermanos parecidos y No le arriendo la ganancia, donde su puesta en escena sigue el mismo orden del primero. (pág. 105)
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